Aquella situación no podía durar más. Metió en una mochila unas cuantas cosas básicas, salió de casa sin mirar atrás, y cogió el autobús en la parada más próxima.
—Deme un billete para el primer vuelo internacional que haya —pidió en la primera ventanilla que vio al llegar al gran hall del aeropuerto.
—Pero, ¿a dónde quiere viajar exactamente?
—Me da igual. Iré a donde me lleve el avión, y punto —su voz sonaba amigable, pero firme y decidida.
—Como desee. Déjeme consultar en el programa informático. —Movió el ratón por la alfombrilla mientras con su dedo índice izquierdo pulsaba sonoramente el TAB del teclado—. La verdad es que pensaba que estas cosas sólo pasaban en las películas —comentó a media voz, saltándose el protocolo de atención al cliente establecido en la aerolínea.
—No lo sé, la verdad. Hasta hoy no he llevado una vida precisamente muy interesante; mucho menos cinematográfica. Pero se acabó: quiero novedades, correr aventuras… sentir la vida. Y, ¿por qué no?, vivir situaciones de esas típicas de la gran pantalla.
—Como subir a un taxi y decir: ¡siga a ese coche! —la voz tras el mostrador sonaba comprensiva y empática.
—¡Exacto! Es justo eso.
—O como cuando dos desconocidos se topan por casualidad en un comercio o una acera y una simple frase, un roce o un olor, provoca un flechazo, y sabemos que, pase lo que pase, cuando lleguen los títulos de crédito estarán juntos.
—¿Qué pasa ahí? ¡A ver si avanza la cola! —una voz brusca surgió de la parte trasera de la fila.
—Tranquilícese, por favor, en breve será su turno —el tono fue correcto, pero traslucía el hartazgo de quien tiene que luchar día a día con quejas por retrasos o por tarifas de facturación abusivas, y soportar condiciones laborales cuestionables.
Tras reconvenir al viajero impaciente, se mantuvieron la mirada mutuamente durante un instante.
—Mira, he cambiado de opinión. Mejor dame dos billetes, para el primer vuelo internacional que parta… después de que termines tu turno.
Y así, en unos segundos, sin saber hacia donde volarían unas horas más tarde, ambos tuvieron claro su destino.
Redactado para la convocatoria de marzo (destino), de Divagacionistas.